EN PRIMERA PERSONA Ni más, ni menos

Para lograr el respeto a la autoridad, debe primar el imperio de la ley

POR JUAN SANTANA
juansantana86@gmail.com

Cuando surgió  la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), bajo la tutela del legendario guerrillero Hamlet Alberto Hermann Pérez, este organismo fue una verdadera autoridad en todo el sentido de la palabra y en materia de orden en el caótico sistema de tránsito, principalmente en la capital de la República Dominicana.

Los agentes de la Amet infundían respeto, no miedo. Su sola presencia en las calles advertía un orden que se debía cumplir. Todos, sin chistar, civiles y militares; grandes y pequeños; cumplían las disposiciones legales y lo concerniente al ordenamiento del tránsito vehicular. Había un carril expreso para los autobuses, nadie se atrevía a cruzar un semáforo en rojo, ningún chofer se estacionaba sobre las aceras y mucho menos, ocupaba la línea de cruce peatonal.

Luego, pasado el tiempo, llegaron hasta nuestro presente  los “cambios” de dirección y de disposiciones  a la Amet y con ellos el caos, el irrespeto a la autoridad bien ganados y  ya no es raro ver que un agente es agredido, que le lanzan un vehículo encima, que lo insultan, que es hasta escupido. He sido testigo de casos que de verdad me deprimen.

Viendo tantas atrocidades contra los agentes de la Amet, buscaba en mi sesera una causa; una sola y la encontré: el irrespeto a la autoridad.

Creo que, a  los agentes de la Amet, se les ha desautorizado para actuar, se les releva en el cargo cuando amparados en la ley quieren poner orden.

También, se les desautoriza cuando a cualquier pelafustán (civil o militar, funcionario público y hasta un cobrador de guagua) se le suben los humos a la cabeza y llega hasta a agredir de palabras y físicamente a este agente, que solo busca aplicar la ley.


Ah, y no crean que esto sea producto de mi imaginación, hay estadísticas de agentes de Amet agredidos, a los que les lanzaron vehículos encima, a los que abofetearon, de los que son insultados a diario, a los que los choferes les rompen las multas o contravenciones en la cara;  solo por el hecho de ellos querer hacer cumplir la ley. 

Todo este caos, se produce, si y solo si, por negarles a los Amet, la oportunidad de ejercer su autoridad. Por ello la Amet, ya no es ni sombra de lo que era… ¡hasta la próxima entrega!

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