Una "viejita" que vende periódicos en el malecón de Santo Domingo

Cada tarde, a mi hora de salida del trabajo, hago la ruta hacia el malecón de Santo Domingo, en busca de la mejor y más rápida manera de cruzar a la zona oriental o lo que muchos denominan, el Gran Santo Domingo. En efecto, así es, el Gran Santo Domingo.


Sin embargo, cada vez que llego a la intersección de las avenidas Abraham Lincoln y George Washington, en el mismo malecón de la capital, me recibe la misma figura de siempre: una ancianita, una venerable viejita, que vende periódicos cada tarde.

Muchos dirán que la anciana que vende periódicos en el Malecón, de la que por ahora no tengo mayores detalles, se gana la vida con el "trabajo" que realiza. Yo creo que también expone su vida con ello.

Cada tarde, esta señora, con todo el peso de sus años a cuesta, se acerca pausada, sigilosa a cada vehículo.

A veces, es casi imperceptible, pero siempre viene a vender el periódico del día. Algunos compran, otros siguen de largo y ni la miran pero ella está ahí, en el mismo malecón de Santo Domingo, donde inicia o donde termina la avenida  Abraham Lincoln. Todo depende de hacia donde usted va o de donde viene.

 Y me pregunto y pregunto. Y les pregunto: y los hijos de esta venerable anciana? ¿Tiene familia? O será acaso, que sus hijos, su familia, vive de ella?

No me respondan por ahora. Pero, en lo que sigo indagando, ella, la viejita del malecón, sigue cada tarde vendiendo el diario de la tarde para vivir, aun, arriesgando su vida.

 Algunos me dirán que esa señora se siente útil, con fuerzas para trabajar, que es mejor verla de esa manera a tenerla en una silla de ruedas o, en un asilo de ancianos.


Todo eso es verdad; sin embargo, no sería posible que esa señora pueda vivir los años que le quedan de vida, con la tranquilidad de no tener que andar entre carros, en el malecón de la capital dominicana, para vender un bendito periódico.

Acaso no existe una institución que se apiade de esta viejita? No me responsan por ahora, seguiré indagando y, les traeré más historias como esta, lo prometo.