Una semana triste

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POR JUAN SANTANA
juansantana86@gmail.com
CDP-S21-151



Luis Adames Jáquez



El pasado domingo 6 del corriente mes, en las primeras horas de la mañana, en mi manía de periodista, salgo a buscar el periódico para enterarme de las noticias del día anterior. Sobre todo aquellas que no había podido leer en el móvil.

Qué sorpresa me llevé al ver en la última página del primer cuerpo del matutino Listín Diario la nota que me impactó toda esta semana: la muerted e mi hermano y amigo Luis Adames. sí, el mismo adames que catorce años atrás me dio la bienvenida a la redacción de El Nacional cuando me hice cargo de las noticias internacionales de la edición internacional de ese vespertino.



Cuánto lamento esa muerte de un ser tan especial como Adames. Todo ternura, todo sonrisa, todo corazón y sólo atino a pedirle a Dios como lo hace Adrián Javier este jueves en su columna Islario: señor ¡Llévate sólo lo inútil!, pues en este mundo nuestro, plagado de falsedad, de mentira, intriga, vanidad, por qué tenías que elegir a este hombre bueno para tenerlo a tu lado cuando su obra de bien aun no concluye.



Pero así son las cosas y ahora, con la amargura que nos produce la separación definitiva de las personas a las que queremos, me uno al dolor de su esposa María, sus niños Amy y Alan quienes apenas eran unos un bebés cuando conocí a su padre, ante tan irreparable pérdida para todos.



Me uno además a la petición de todos mis amigos de El Nacional que reclaman que se determinen las reales circunstancias en que murió Luis Adames y aunque nunca he visto una condena en nuestro país  por mala práctica médica, de comprobarse que así sucedió, que paguen con sus huesos en la cárcel los responsables  de este hecho.



Para ti hermano Adames, que estoy seguro que estás en buen lugar, gracias por permitirme ser uno de tus amigos, aquel que muchas veces llevaste a casa, al que siempre supiste aconsejar, aveces con una mirada de reproche por algo malo que había hecho pero que al segundo transformabas esa mirada en ternura y con una palmadita me decías: te quedó bien maldito negro. ¡Hasta luego hermano!