Lo que quiero que me dejen los Reyes
POR JUAN SANTANA
tiempodenoticias.juansantana@gmail.com
CDP-S21-151
En primer lugar, una nación más próspera, en donde los políticos no sean siempre los que decidan todo y en donde policías, militares, maestros, médicos y periodistas ganen un salario digno. Que no haya tantos y tantos niños pidiendo en las calles. Que el cólera por fin sea erradicado de Haití y del mundo entero; que la ayuda internacional comience a fluir a esa empobrecida nación, antes de que se cumpla el primer año del terremoto del 12 de enero de 2010.
Quiero que los Reyes me regalen un país sin violencia. Que la corrupción sea un mal del pasado, que la justicia sea menos benigna con los narcotraficantes, violadores de menores y de indefensas ancianas y que las iglesias en sentido general prediquen con el ejemplo de Jesús, llevando comida a los pobres, visitando a los enfermos de los hospitales y a los reclusos en las cárceles.
Quiero despertar mañana mirando sonrisas en todos los niños de mi barrio, de mi provincia, del país entero, de todo el mundo; pues esas sonrisas inocentes son las que deberán iluminar los próximos días, para un futuro mejor para todos.
A partir de mañana, quiero que los Reyes Magos me dejen paz en toda la tierra, que las guerras se conviertan en historias pasadas, muy remotas, que no haya ejércitos, que se abran las fronteras de los países y que cada quien busque su felicidad en donde quiera, sin dañar a nadie.
La verdad es que hace mucho tiempo que los Reyes no me dejan nada y si me dan lo que les pido en este momento, de seguro que volveré cada año a poner en el rincón de mi habitación, aquellas cosas que yo se tanto les gustan a ellos: cigarrillos, hierba para los camellos, agua para mitigar su sed (pues se que vienen de muy lejos) y un paquete de mentas de las de guardia.
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Imagen tomada de claudio.aguirre.cl |
Quiero que los Reyes me regalen un país sin violencia. Que la corrupción sea un mal del pasado, que la justicia sea menos benigna con los narcotraficantes, violadores de menores y de indefensas ancianas y que las iglesias en sentido general prediquen con el ejemplo de Jesús, llevando comida a los pobres, visitando a los enfermos de los hospitales y a los reclusos en las cárceles.
Quiero despertar mañana mirando sonrisas en todos los niños de mi barrio, de mi provincia, del país entero, de todo el mundo; pues esas sonrisas inocentes son las que deberán iluminar los próximos días, para un futuro mejor para todos.
A partir de mañana, quiero que los Reyes Magos me dejen paz en toda la tierra, que las guerras se conviertan en historias pasadas, muy remotas, que no haya ejércitos, que se abran las fronteras de los países y que cada quien busque su felicidad en donde quiera, sin dañar a nadie.
La verdad es que hace mucho tiempo que los Reyes no me dejan nada y si me dan lo que les pido en este momento, de seguro que volveré cada año a poner en el rincón de mi habitación, aquellas cosas que yo se tanto les gustan a ellos: cigarrillos, hierba para los camellos, agua para mitigar su sed (pues se que vienen de muy lejos) y un paquete de mentas de las de guardia.
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