De guaguas voladoras líbranos señor, amén

POR JUAN SANTANA
tiempodenoticias.juansantana@gmail.com
CDP-S21-151

Modelo de transporte público en la República Dominicana

En la República Dominicana, para mis amigos del exterior, se utiliza un sistema de transporte que creo que es único en el mundo: las llamadas guaguas (autobuses en otras latitudes). La diferencia es que acá las llamamos voladoras.

La razón de este calificativo la explico de inmediato, a partir de un relato real (valga la redundancia) que sobre el particular nos hace llegar un amigo entrañable.

Resulta y viene a ser que este martes, luego de que mi amigo saliera de su trabajo en La Feria (Centro de los Héroes), el centro político de la capital dominicana, se le ocurre tomar una guagua de las que se denominan "transporte ejecutivo".

Me dice el amigo que el conductor del vehículo del que no recuerda la cara, pero si la ruta (la 99), iba como alma en pena, tan despacio por la avenida Independencia, que parecía  seguir a una carroza fúnebre. Sin embargo, añade, casi a unas cuatro esquinas o bloques del Parque Independencia, el cobrador le advirtió que "atrá viene otra par de nueve". Acto seguido el susodicho chofer, como alma que lleva el demonio, emprendió una loca carrera para escapar de la otra guagua de la misma ruta, sin meditar siquiera que llevaba personas en la guagua y no vacas.

Dice mi amigo que ese señor, al que aquí se le llama conductor, casi se sube a las aceras, se atraviesa cada vez que tiene que parar a dejar un pasajero y si el de atrás osa pasarle, le vocea una andanada de insultos e improperios impublicables.

"Llegamos al Parque Independencia en dos gomas, el cobrador casi se sale de la guagua y una señora que no se había sentado casi termina en mis piernas", me dice este amigo que solo pudo volver a respirar cuando la guagua llegó a la parada o control de la calle París.

Sin embargo, lo peor no paso de chepa cuando al coger la avenida Bolívar para subir por la 30 de marzo ambos choferes casi se encuentran. Ahí se armo el "rebú", pues de las palabrotas descompuestas ambos choferes sacaron palos y machetes, colines para los cibaeños, y se mencionaron cuantos parientes recordaran ten´´ia cada uno; sin importar si estaban en el mundo de los vivos o de los muertos.

La historia la dejamos hasta ahí por ahora, pero que se sepa, desde que el transporte público en la República Dominicana dejó de ser manejado por los Ayuntamientos y pasó a manos de los llamados dueños del país, la cosa se ha ido de las manos de las autoridades y un día: correrá la sangre.

En un país como este, en donde un don nadie es dueño de un sindicato de pelagatos, perdón de choferes, sin más formación que la de darle pa´lante a una guagua, tenemos que decir que: de voladoras y otras vainas, líbranos señor, amén...

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