EN PRIMERA PERSONA


Siempre me inspiraron y me motivaron las historias de marineros, de viajes transcontinentales y descubrimientos. Leí con gran devoción las historias de aquel marino genovés que se hizo a la mar con apenas tres carabelas y unos 80 hombres, para descubrir una nueva ruta hacia la India; me llamó poderosamente la atención el valor y coraje demostrado por insignes marinos dominicanos que con bravura sin igual, enfrentaron a los invasores durante las guerras de separación, escenificadas durante la Primera República.

Cuando mi padrino solía visitar la casa de mis abuelos, allá por la década de los años setenta, no encuentro como describir la emoción que sentía al verlo impecable, de blanco, con su uniforme de gala de la gloriosa Marina de Guerra. Hoy, siento pena, lástima y hasta vergüenza por unos pocos descerebrados que, confundiendo los roles de una profesión honorable, han manchado del lodo más cloacal, ese uniforme blanco que tanta veces admiré y admiro.

En un afán desmedido de hacerse de dinero fácil, veo que hombres con una clara misión de servicios, tuercen hoy el rumbo del timón de una nave, digna de mejor suerte. Con sus acciones, esos que no merecen llevar uniforme, enlodan la Marina de Guerra dominicana, una institución que nos debe hacer sentir más que orgullosos a todos.

En nuestra querida Marina de Guerra, se debe aplicar la máxima del Maestro Jesús cuando decía a sus discípulos: ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies y ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
Es menester una profilaxis en la Marina, es el momento de apartar las manzanas podridas, sino, se nos van a dañar las buenas que quedan y éstas últimas son más en cantidad y calidad que las que han resultado dañadas por la codicia, la avaricia y las ganas de lucro facil y rápido.

Adelante viejos y noveles lobos de mar, levantemos la bandera de la dignidad en momentos en que "hombres sin juicio y sin corazón, conspiran contra la salud de la Patria".

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